Uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos es el largo tiempo de desarrollo de algunos proyectos. Meses y meses donde todo es
trabajo y más trabajo que nos permite avanzar, por supuesto, pero en
los que hay muchos días donde cuesta seguir el camino que creamos siendo ingenieros o técnicos.
La desmotivación es uno de los principales enemigos que tenemos que
vencer. No la falta de inversión externa, no la falta de medios humanos o
materiales en el proyecto sino los días en los que todo parece ir cuesta arriba y nos
faltaba chispa, energía y empuje... motivación.
No hace falta estar en un gran o largo proyecto para sufrirla. Puede
asaltar —de hecho lo hace— en cualquier momento, en cualquier actividad y
la sufre cualquier persona. Hay muchas formas de combatir la
desmotivación pero te voy a dar algunas de las claves que mejor me
han funcionado a mí.
Detrás de cada tarea, de cada golpe de click, de cada tecleo hay un
porqué... Puede ser el inicio del proyecto de tu vida, estudios que te permitirán acceder a tu primer empleo, un trabajo que
te facilitará saltar a otro mejor, el aprendizaje que te
formará como profesional, etc.
Vivir sobre railes es lo peor que podemos hacer y hacer las cosas
“porque sí” suele ser pasaporte directo a la desmotivación y la
frustración. ¿Por qué estás ahí? ¿Por qué vas a hacer eso? Dicho de otro
modo: dale un sentido a la tarea, a la actividad o a ese día “tan
jodido” que parece no acabar nunca.
Piensa por encima de todo que no es algo que tienes que hacer por narices, porque toca o porque te lo han mandado… es algo que quieres
hacer porque te acercará a un objetivo que seguramente un día te
marcaste. Recuérdalo de forma frecuente para:
a) inspirarte e ilusionarte
cada nuevo día
b) para motivarte en los días en que todo se ponga
cuesta arriba.
Hemos aprendido a “celebrar los éxitos y aprender de los errores”
pero nadie nos ha enseñado a “disfrutar del camino”. En mi experiencia
personal, ésto es una de las claves de la Productividad y una de las
cosas que te fomento a practicar con devoción.
Hay que ir celebrando las pequeñas victorias y las pequeñas
conquistas diarias. No sólo hay que motivarse con el gran objetivo en
mente, sino también con los pequeños regalos que obtenemos cada día
gracias a nuestro trabajo, talento e intensidad.
“Hoy he trabajado duro, ha costado mucho PERO he conseguido esto, esto y esto. Y ahora es el momento de celebrarlo. ¿Unas cañas?”.
Eso tiene que ser motivo de alegría y de celebración. Que
esto no le suene ridículo a nadie. Un atleta corre para ganar una
medalla pero por encima de todo corre porque le gusta. La propia carrera
y cada zancada, aunque le cueste esfuerzo y dolor, es lo que le hacen
decir: “hago esto porque me gusta”.
No esperes a celebrar el éxito final de ese proyecto o te estimules
con ese gran objetivo en mente. Cada día es una dura etapa que hay que
cubrir y cuando lo haces bien, creo que hay que utilizarlo como
incentivo personal. Hay que reconocerlo, saborearlo y aprovecharlo para
recargar la motivación que necesitas ese día y al día siguiente y al
siguiente…
Las pequeñas cosas son importantes
Muchas veces no hay que recurrir a los grandes objetivos para
motivarnos. En no pocas ocasiones la ilusión, y hasta la pasión, está en
las pequeñas y hasta minúsculas cosas que te rodean o que rodean a ese proyecto. En esos días en que “todo te da igual” es
necesario que miremos y nos fijemos en esas pequeñas cosas que tanto nos
gustan
Cambia el orden de trabajo, empieza por esa pequeña tarea que te
estimula más o haz esa sencilla actividad que siempre te gusta hacer.
Utiliza a tu favor esas pequeñas cosas como detonante y estímulo. A
veces hay que recurrir a algo pequeño y “tirar de él” para desencadenar
la motivación
En los días en los que ni tienes ganas de trabajar divide tus grandes
tareas en pequeñas tareas y luego éstas en minitareas o microtareas.
Empieza con la que de verdad te ilusione y empieza a caminar.
A veces la
desmotivación es una ficticia ilusión que genera tu mente. Verte que
vas avanzando te animará y te empujará a continuar.
En muchas más ocasiones de las que pensamos nos falta motivación
porque nuestra cabeza no está en lo que hacemos, no estamos presentes.
En esos momentos está presa de pensamientos o en cosas mucho más
agradables generalmente relacionadas con nuestro ocio o tiempo libre.
Un concierto, un viaje, una cena, una reunión, etc. Vuelve al
momento, sé consciente del ahora y de lo que tienes delante y utiliza
ese pensamiento “de ocio” como arma motivadora. Interprétalo como una
recompensa o un premio al trabajo que tienes que hacer y para el que te
cuesta encontrar un porqué.
Toma un kitkat (Date un respiro)
Yo miro alrededor y no veo a ningún superhéroe. No sé tú pero yo ni
soy una cadena de montaje ni me han fabricado en "Informáticas Paco" (sin ser peyorativo).
Todos pasamos por días muy productivos y días muy
complicados. Ambos forman parte de nuestra vida y tarde o temprano
llegan. Los días difíciles son absolutamente necesarios para disfrutar
todavía más de los días productivos.
Si lo intentas todo y aún así no eres capaz de motivarte… ¡no pasa
nada! No te desesperes ni te tortures con frases como “vaya desastre,
hoy no estoy rindiendo nada” o “puff, un día tirado a la basura”. Ese
día no tomes decisiones drásticas, trata de concentrarte en hacer lo
mínimo e imprescindible y dedícate a labores mecánicas o más rutinarias
que exijan poca creatividad e intensidad (ordenar, clasificar, limpiar,
buscar, etc.). Cierto es que en ciertas tesituras del día a día, es complicado desviar los esfuerzos desde un trabajo tipo "Tiene que estar para ayer" pero debemos intentar desfatigar nuestra mente.
Sencillamente deja correr las horas del día. El día terminará... Mañana será otro día, tu motivación regresará. Las tareas y
tu proyecto te estarán esperando de igual modo para que des lo mejor de
ti.